6 miento de la ciudad pagará un generoso rescate. Todo el mundo sabe que la biblioteca no funcionará nada bien sin su bibliotecaria. Era bastante cierto, ya que la señorita Laburnum tenía en su poder las llaves de la biblioteca. —Creo que debo advertirles —dijo Ernestina— de que pasé el fin de semana con una amiga que tiene cuatro niños pequeños. En la casa todos estaban enfermos de sarampión. —No importa —replicó el BandidoJefe—. Yo ya lo he tenido.
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