13 El recuerdo de un padre A pesar de los años transcurridos nunca he olvidado lo que sucedió aquel día. Era una tarde calurosa de junio, de esas de bochorno. Las moscas, pesadísimas, zumbaban insistentemente sobre mi cabeza, se me metían en las orejas y cosquilleaban mis piernas. A mis trece años aún llevaba pantalón corto incluso en invierno. En aquellos momentos estaba en el prado apacentando las vacas de Severiano y ahuyentando moscas a manotazos. —¡Miguelín! —oí que me llamaban. Al levantar la cabeza no reconocí al militar que subía la ladera del monte resoplando. Vestía un uniforme raído y traía un brazo en cabestrillo. Me llevé los dedos a la boca y solté un silbido para avisar a mi perra Greta, por si acaso. Con ella a mi lado me sentía más seguro. —Quieta aquí, Greta, vigila —le susurré mirando de reojo al soldado. Era el año 38 y en las montañas palentinas, después de tanta guerra, nadie se fiaba de nadie.
RkJQdWJsaXNoZXIy