1343403

10 Los tenía de todo tipo y de todos los colores, para cada cosa y para cada ocasión. Calcetines para bailar, calcetines para pasear. Calcetines para dormir, calcetines para presumir. De color marrón tenía un montón, y de color rojo, un buen manojo. Con los de color naranja iba a comprar a la granja y con los de color lila nunca se perdía. Ah, y una vez al mes, se los ponía del revés. Como tenía los pies tan enormes, le lucían mucho. Y, como era muy friolero, los llevaba todo el año, de lana bien tupida en invierno y de hilo bien fresquito en verano. Cada mañana, nada más levantarse, pensaba: «Vamos a ver qué calcetines me voy a poner…».

RkJQdWJsaXNoZXIy