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Ledicia Costas Ilustraciones de Victor Rivas Vampira de biblioteca

7 Advertencia: Si estás leyendo estas palabras significa que has abierto el libro que tienes entre las manos. Deja que te diga algo: esta no es una historia cualquiera. Es MI historia. La historia de Eleonora, la niña vampira. Así que, si eres de esas personas que no cree en la existencia de criaturas como yo, es mejor que cierres el libro, que lo coloques en una estantería y te olvides de todo esto para siempre. O también puedes atreverte a continuar. Pero para eso debes darme una muestra de confianza y superar una prueba. ¿Te atreves? Si la respuesta es NO, NO ME ATREVO A CONTINUAR: ¡hasta nunca! Espero que te vaya bien

8 la vida. Cierra el libro y olvídame. ¡ Ciao, arrivederci, bye bye, sayonara! Si la respuesta es ¡SÍ, CLARO QUE ME ATREVO A CONTINUAR!, debes seguir los siguientes pasos al pie de la letra: Paso n.º 1: quítate esos zapatos, zapatillas o lo que sea que lleves puesto en los pies. Sobran. Paso n.º 2: en serio, quítate los zapatos. Puedes dejarte puestos los calcetines. Pero los zapatos, fuera. Paso n.º 3: cierra los ojos, concéntrate y repite tres veces en voz alta: ¡creo en ti, creo en ti, creo en ti! Que no te dé vergüenza. Venga, no hay nadie escuchando. Solo yo, que estoy aquí atenta para ver si cumples las reglas. Paso n.º 4: repite los pasos 2 y 3 hasta que los perros de tu barrio aprendan a bailar claqué. ¡Es broma! Lo que debes hacer es escribir tus miedos aquí, en el espacio que voy a dejar justo debajo de estas palabras. ¿Que cómo se hace eso?

9 Pues pensando en esas cosas que te producen un profundo desasosiego. Yo, por ejemplo, tengo miedo del futuro, porque no sé lo que va a ser de mí. Tengo miedo de que se me caigan los dientes, sobre todo mis caninos, que son muy útiles para el día a día. Pero mi miedo más terrorífico es que algún humano me triture en un pasapurés y haga un pastel de vampiro con mis pedacitos. No me gustaría que nadie me merendase. Además, seguro que soy indigesta. Ahora te toca a ti: MIS MIEDOS SON ESTOS: …………………………………………………………………… …………………………………………………………………… …………………………………………………………………… ……………………………………………………………………

10 Ya está, has cumplido tu parte. Ha sido sencillo, ¿verdad? Ahora es mi turno. Voy a esforzarme mucho para contarte de la mejor manera posible mi historia. Acomódate en un lugar donde te guste estar, con la espalda sobre unos cojines y con las piernas estiradas sobre la cama o el sofá (ahora entiendes por qué te tenías que descalzar, ¿verdad?). Solo me falta desearte una feliz lectura. Aquí empieza esta aventura que jamás podrás olvidar. Eleonora, la niña vampira

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15 1 Alucina, soy una vampira Así es. Soy una vampira y vivo en la Biblioteca de la Universidad de Coímbra. Y dirás tú, ¿qué hace una vampira en una biblioteca? Pues, sobre todo, comer. ¡Ah!, también leo libros. Y, aunque te parezca mentira, una cosa está relacionada con la otra. En este lugar inmenso y antiguo, lleno de estantes altísimos que huelen a viejo, viven un montón de bichos que son bibliófagos. Se llaman así porque se alimentan de libros. Se los comen como si fuesen golosinas. Como imaginarás, aquí dentro están encantados, con tantos volúmenes donde hincar el diente. Hay varias especies de insectos come-libros.

16 Los peores son la polilla y los pececitos de plata. Perforan las hojas y pasan de una a otra excavando túneles y cráteres. Son como topos diminutos que devoran todo lo que encuentran a su paso. Al masticar hacen un ruido que no soporto: riqui-riqui-riqui… Y no te lo pierdas: cuando tienen mucha hambre, también se comen la encuadernación, aunque sea de tapa dura. ¡No tienen fondo! Entre estas paredes habitan plagas descomunales de bichos come-libros. Y tienen hijos, pero no dos ni tres. ¡Un montón de ellos! Se multiplican a toda velocidad y los libros corren un serio peligro. En esta biblioteca existen ejemplares muy valiosos, únicos en el mundo, y debemos impedir que acaben en el estómago de esos insectos. Por todo lo que te acabo de contar, hace muchos años, a una mujer bastante lista se le ocurrió una idea para poner a salvo los libros.

17 Ella pensó: «Si los insectos se comen los libros, habrá que buscar a alguien que se coma los insectos». ¿Sabes qué hizo entonces? Indagar. Lo mismo que hacen los investigadores. Sí, esos que llevan lupa y siempre están despeinados de tanto pensar. Después de consultar diversos libros, esta mujer de la que te hablo dio con la solución: MURCIÉLAGOS. Desde hace más de un siglo, en esta biblioteca habita una importante colonia de murciélagos. Para ser exactos, trescientos treinta y tres. Y yo, Eleonora, la niña vampira, soy la capitana de todos ellos. Cada uno de mis queridos ratoncitos con alas puede comer en una sola noche unos quinientos bichos. Si se te dan bien las matemáticas, sabrás que eso son unos 166.500 por noche. ¡Vaya merendolas nos pegamos aquí, eh! Los bichos se comen los libros y nosotros nos comemos los bichos. Y cuando tenemos la ba-

18 rriga llena y ya no podemos más, nos colgamos de cualquier saliente que encontremos, nos ponemos boca abajo, doblamos nuestras alas y nos dormimos bien juntitos, para darnos calor. Supongo que sabes que los murciélagos duermen con las patas hacia arriba y la cabeza hacia abajo. Es una costumbre como otra cualquiera. Tú para dormir te tapas los pies y nosotros dormimos al revés. Ya lo dice la canción: Los vampiros a la moda nos peinamos con tupé los colmillos afilados y dormimos del revés Por la noche nos juntamos y nos damos un garbeo si nos ves, da media vuelta ¡se ha acabado tu paseo!

19 Cuidadito con nosotros no nos hagas enfadar que tu sangre es muy sabrosa y ya es la hora de cenar Los vampiros a la moda nos peinamos con tupé los colmillos afilados y dormimos del revés La vida en este lugar transcurre entre letras e insectos. Yo, en mi tiempo libre, leo todo lo que puedo. De hecho, he leído todos los libros sobre mi especie que hay en esta biblioteca. Algunos de ellos dos o tres veces. La mayor parte de esas novelas cuentan cosas que no son ciertas. Como que dormimos dentro de un ataúd. Hay que ser macabros para inventar semejante barbaridad. Yo nunca me metería dentro de un ataúd por

20 voluntad propia. Eso es para los muertos, y yo estoy muy viva…, a mi manera, pero viva. Otra mentira es que le tenemos pánico a las cruces y también a los ajos. A mí los ajos no me gustan, porque huelen mal y saben peor. Pero de ahí a tenerles pánico… Si le tuviese miedo al ajo, sería una vampira de pacotilla. Las noches son muy movidas porque es cuando salimos a cazar a los bichos comelibros. Por el contrario, de día tenemos que estar callados para no llamar la atención, porque esta biblioteca siempre está llena de humanos. A mí los humanos me gustan más bien poco, salvo unos que conocí hace dos meses, de casualidad. De eso trata mi historia. De la amistad tan bonita que nació entre nosotros. Y eso que somos muy distintos. Ellos tienen una vida, una casa, un ordenador… ¡y hasta un perro! Yo solo tengo murciélagos y vivo en esta biblioteca

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22 de manera clandestina. Una vez tuve una madre y un padre. Pero eso fue muchísimo antes de convertirme en una niña vampira. Hace tanto tiempo que casi ni me acuerdo. Eso me pone un poco triste. A veces me siento algo sola, aunque tenga trescientos treinta y tres murciélagos que me hacen compañía. La soledad es un sentimiento curioso. Puedes estar rodeada de gente y sentirte muy sola. Como si no hubiese nadie en el mundo capaz de comprenderte. ¡Caramba! Son las diez de la noche, hora de cenar. Te dejo por ahora. Pero volveré enseguida. ¡Hasta luego!

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