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17 Ella pensó: «Si los insectos se comen los libros, habrá que buscar a alguien que se coma los insectos». ¿Sabes qué hizo entonces? Indagar. Lo mismo que hacen los investigadores. Sí, esos que llevan lupa y siempre están despeinados de tanto pensar. Después de consultar diversos libros, esta mujer de la que te hablo dio con la solución: MURCIÉLAGOS. Desde hace más de un siglo, en esta biblioteca habita una importante colonia de murciélagos. Para ser exactos, trescientos treinta y tres. Y yo, Eleonora, la niña vampira, soy la capitana de todos ellos. Cada uno de mis queridos ratoncitos con alas puede comer en una sola noche unos quinientos bichos. Si se te dan bien las matemáticas, sabrás que eso son unos 166.500 por noche. ¡Vaya merendolas nos pegamos aquí, eh! Los bichos se comen los libros y nosotros nos comemos los bichos. Y cuando tenemos la ba-

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