70 ANTONI GAUDÍ Antoni nació en un pequeño pueblo de la provincia de Tarragona, en la Comunidad Autónoma de Cataluña. Su delicada salud le obligó a pasar mucho tiempo en reposo en su casa de campo de Riudoms. Allí observaba los secretos de la naturaleza, de la que siempre habló como su gran maestra. —¡Mamá! ¡Esa planta se ha movido! —¡Papá! ¡Ese pájaro tiene el pico más grande que ningún otro! Además, le gustaba aprovechar materiales que nadie quería para jugar con ellos, algo que de adulto utilizaría para sus proyectos. El padre de Antoni era calderero, como también lo había sido su abuelo. A él le fascinaba ver cómo convertían una plancha plana de metal en ollas, cazuelas, paellas… —¿Cómo habéis hecho eso? —preguntaba Antoni—. ¡Parece magia! —Calentando el metal, hijo. No hay nada de magia en esto. Cuando tenía 16 años se mudó a Barcelona para comenzar sus estudios de Arquitectura. Allí compaginó la universidad con algunos trabajos de ayudante que le permitían pagar sus estudios. Casi diez años después terminó las enseñanzas de Arquitectura y el director comentó: —No sé si le hemos dado el título a un loco o a un genio. El tiempo lo dirá. Al acabar sus estudios le contrataron para diseñar las farolas de la Plaza Real de la ciudad de Barcelona. Gracias a esto y a la vitrina que realizó para exponer guantes en la Exposición Universal de París, conoció a una persona decisiva para su vida y, sobre todo, para su carrera profesional: Eusebi Güell, un rico industrial amante de las artes. Al señor Güell le encantaban sus diseños. Eran originales y extraordinarios a pesar de que no convencían a la gente de la época. Juntos llevaron a cabo muchos proyectos en Barcelona, como el Parque y la Colonia Güell. En estos lugares Gaudí utilizó diseños y elementos como dragones, columnas y arcos, objetos de hierro forjado que imitaban formas de la naturaleza y los decoraba utilizando trozos de azulejos de diferentes colores. Pero Gaudí no solo trabajó con Eusebi Güell. Otras familias ricas de la ciudad encargaron al arquitecto que diseñara nuevos edificios, como la Casa Batlló y la Casa Milà, más conocida como La Pedrera. No obstante, la obra más conocida de Gaudí es la basílica de La Sagrada Familia, también en Barcelona. Aunque el primer diseño no era suyo, Antoni asumió las obras y trabajó con este proyecto durante más de cuarenta años. Gaudí murió atropellado por un tranvía a los 74 años, dejando su construcción sin finalizar. A pesar de todo, parte de sus maquetas y planos pudieron ser recuperados y, después de 140 años, la basílica sigue en construcción, gracias a las aportaciones de la gente. Ahora que ha pasado el tiempo, se le reconoce como uno de los arquitectos más importantes de la historia. Jugó con las formas para hacer cosas diferentes, originales y bonitas, de la misma manera que hace la naturaleza cada día. P. García Agulló y M. Rosa Gómez Carrera CUENTO: LA VIDA DE ANTONI GAUDÍ
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTcz