15 treinta años y vestía muy elegante, con tacones, falda y camisa. A su lado, otro chico joven con camisa también le sonreía sosteniendo un iPad en la mano. Estaban parados justo enfrente de su cafetería. —Hola —saludó Mireia con recelo. —¿Tienes un minuto? —¿Qué queréis? —Mira, seré breve. Somos una agencia de viajes nueva y solo te queremos informar de que estamos sorteando un viaje a Nueva York para cuatro personas a finales de agosto. Si quieres participar, únicamente tienes que rellenar un sencillo cuestionario. Mireia relajó los músculos del cuerpo. Al menos, parecía que la pareja no había visto el intercambio. En ese momento, no le apetecía hablar con nadie. Tenía muchos sentimientos a flor de piel y lo único que deseaba era encerrarse en su habitación y llorar una vez más, pero algo de lo que había dicho esa chica le había despertado el interés. —¿Has dicho un viaje para cuatro personas? ¿Te refieres a cuatro personas que no se conozcan? —Exacto. Las cuatro personas que ganen el sorteo. Os ofrecemos un viaje de diez días con todo incluido. —Somos una agencia de viajes por internet y acabamos de empezar —añadió el chico del iPad—. Y esta es la manera de promocionarnos; preferimos regalar un viaje antes que gastar dinero en publicidad. Un viaje con tres desconocidos a Nueva York. Mireia no paraba de darle vueltas a la misma idea. En otro
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