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19 —Vale, ya os buscaré. Me has dicho que sois una agencia nueva y todo ese rollo de la promoción, ¿verdad? Me cuesta creer que regaléis un viaje por la cara con todos los gastos pagados. —Arantxa se cruzó de brazos—. Esto no será una estafa, ¿verdad? —Cuando te toque el viaje nos lo cuentas —bromeó el chico. —Pues, si me toca, te llevo conmigo. —El guaperas se ruborizó. —Nosotros solo somos comerciales, no participamos en el sorteo. —¡Si era broma! —le soltó dándole una palmadita en el hombro—. Además, yo tengo pareja. Pasaban las seis de la tarde cuando cruzó el umbral de la puerta. Jose estaba arrellanado en el sofá del comedor con el mando de la Play entre las manos. En la mesita de delante había dejado un plato con los bordes de una pizza, un hule lleno de migajas, una servilleta grasienta y un par de latas de cerveza vacías. —¡Hola, churri! —la saludó el novio sin apartar la mirada de la tele—. Sí que has salido tarde hoy… —Jose, tío, no me digas que no has sido capaz ni de recoger la comida. Tras acercarse a la mesa grande del comedor, Arantxa dejó caer el bolso con fuerza. Esta vez, el novio le dirigió la mirada. —¡Ah, sí!, iba a hacerlo justo ahora. —¿O estabas esperando a que lo recogiera tu abuela?

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