16 —Creo que mañana cumpliré los dieciocho. La anciana miró a Bobo con intensidad, para indicar que lo que estaba a punto de decirle era muy importante: —Se abrirá delante de ti una nueva vida. No tengas miedo: acéptala. Tú no eres lo que los demás te han hecho creer: eres mucho más grande y estás lleno de luz. Al día siguiente, cuando Bobo llamó a la puerta de la casita de su amiga, nadie le abrió. Decidió entrar y vio a Plinia tendida en la cama, como dormida. Bobo supo enseguida que estaba muerta. Suavemente le apartó algunos mechones blancos de la frente, le besó las manos pequeñas y frías, y se las cruzó sobre el pecho, como había visto que hacen con los muertos. Luego avisó al cura. La enterraron debajo de una higuera repleta de frutos. Bobo dejó sobre la tierra removida un ramillete de dientes de león. Se levantó un poco de aire húmedo. Esa noche llegaría la tormenta.
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