22 que además eran muy amigos, pero nunca había escuchado ese nombre en chicas. Quedaba un poco raro. Por otra parte, Niko era una chica de lo más peculiar, así que un nombre raro le sentaba bien. Tuve que apartarme un poco para dejarla pasar. A pesar de su aspecto estrafalario, mi padre parecía encantado de que estuviera allí. —Niko es un prodigio en física —dijo cuando se dio cuenta de que toda esta escena me estaba dejando descolocado—. Y en biología, ¡y hasta en matemáticas! No se le resiste nada. Tenemos suerte de contar con ella. Más vale que aproveches esta hora de clase. —Seguro que lo hará —prometió Niko—. No pienso dejar que se distraiga. La guio hasta mi cuarto. Niko y mi padre jugaban con la ventaja del ataque sorpresa: estaba tan desconcertado que ni siquiera protesté. —Disculpa el desorden. ¡Mira que le hemos dicho que recogiera! —soltó mi padre. ¡Ya ves! Como si tuviera que estar de exposición en vez de ser el sitio donde vivo. —No pasa nada —contestó Niko, que se sentó en una de las sillas.
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