25 —¡Oye! —protesté—. ¡Que me estoy esforzando! Y hoy me he enterado muy bien de las mezclas, de las disoluciones… No era tan complicado. O puede que Niko lo haya hecho fácil. La Doctora X tenía que haber usado el ejemplo de la leche con cacao en vez de decir tantas cosas técnicas en clase. Mi madre le tendió a Niko un billete de veinte euros sin perder la sonrisa. ¡Menuda hipócrita! Cuando yo le pedía mis cinco euros de la paga siempre me racaneaba. ¡Y a Niko le daba los veinte con una sonrisa enorme! La chica se lo guardó en el bolsillo trasero de los pantalones y se despidió con un gesto. —Nos vemos la semana que viene, Isaac. Repasa un poco lo que te he explicado. —¿Ya te vas? —Tengo prisa —respondió Niko desde el pasillo. Quería preguntarle a dónde iba tan rápido, pero sabía que no era asunto mío. No es que yo sea un cotilla, pero nunca había coincidido con una persona tan desconcertante como Niko. Mis padres estaban encantados. Supongo que esperaban que protestase más en mi primera clase particular.
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