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26 —¿Te lo ha explicado bien? —preguntó mi madre. —Sí, lo ha dicho de forma que parecía todo bastante fácil —respondí—. Ponía ejemplos que entendía. No tenía ni idea de lo que era una disolución saturada, creía que era… algo muy complicado. Como un químico de esos raros. ¡Y Niko me ha dicho que los refrescos con gas también son disoluciones saturadas! Tienen burbujas porque no les cabe más gas, se les escapa. Le repetí la lección entera, sin dudar ni en una sola cosa. Mi madre sonrió, orgullosa de mí. —¿Dónde la habéis encontrado? —pregunté, intrigado. A lo mejor era la hija de unos amigos y podía saber algo más de ella. —En una página de profesores particulares. Tenía muy buenas valoraciones y ahora entiendo por qué. Me alegro de que haga la clase entretenida. Niko no solo había conseguido que entendiera cosas que me parecían incomprensibles. También había hecho que el tiempo se me pasara volando. Y, no solo eso, me di cuenta de que no me parecía tan mala forma de pasar los viernes por la tarde.

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