9 1 Tres con catorce Cuando la Doctora X puso el papel sobre mi mesa supe que mi vida se había terminado. —Por favor, no me haga esto —supliqué. La Doctora arqueó las cejas. Tenía una mirada calculadora y fría. Era una auténtica villana con fama en el instituto de ser lo bastante desalmada para suspender a sangre fría a cualquier alumno que se despistara en su clase. —No te he hecho nada, Isaac. Yo no te he suspendido, solo he contado los puntos y calculado la media. Creo que, si quieres aprobar, tendrás que tomarte mi asignatura más en serio. —¡Ya lo hago! —protesté—. ¿Cómo puede alguien tomarse en broma la física? No hay una sola cosa divertida en todo el libro. Alejandro, mi compañero de pupitre, me dio un codazo. Quejarse de la física delante de la
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