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10 profesora no era la opción más inteligente. Bueno, había sacado poco más de un tres después de horas de estudio; si algo estaba claro es que yo tampoco era el chico más brillante de la clase. La Doctora X bajó una de las cejas que tenía arqueadas para lanzarme una mirada capaz de atravesarme. No era una doctora de verdad (que supiéramos) y su nombre no era X. En realidad, nuestra profesora de Física se llamaba Eva, era bajita y tenía las mejillas redondas. Un aspecto muy inofensivo para alguien capaz de repartir suspensos a diestro y siniestro. Por eso, y porque siempre llevaba una bata blanca, los alumnos empezamos a llamarla Doctora X. La maligna Doctora X. —La física es la ciencia que estudia el universo. ¿Cómo puedes decir que el universo entero es aburrido? —¡Estudiarlo sí! —mascullé. Pensé que me iba a echar la bronca por protestar. O, directamente, ponerme deberes extra o hacer que me quedase a estudiar en el recreo. Sin embargo, lo que hizo fue inclinarse sobre mi examen y esbozar una sonrisa de lo más maquiavélica.

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