181619

De pequeña nunca vi un monstruo bajo mi cama, jamás me he encontrado un ovni ni he creído en los fantasmas. Pero de un tiempo a esta parte la vida me trae sorpresas y ocurren cosas que hacen que me explote la cabeza, que se me encoja la tripa, que por alguna razón sienta que bajo el jersey se me arruga el corazón. Todo esto tiene un comienzo un día triste y oscuro en que la vida nos dio un golpe grande y muy duro. Lloramos mucho ese día y muchos más, y la abuela cada martes en la iglesia enciende a papá una vela y antes de irse a dormir reza en mi cama de noche «para que nunca, mi niña, tengas que coger un coche». Mamá también está triste, no deja de ver su foto, «desde que no está papá me noto el corazón roto». Yo sigo llorando a veces, sobre todo los domingos cuando escucho por la radio los programas deportivos. Antes los oíamos juntos sentados en la cocina. Ahora mi radio está muda y oigo la de la vecina. Echo de menos su risa, sus besos en el cogote. Cuando los daba me hacía cosquillas con el bigote. Pero todo esto ha cambiado desde ayer por la mañana cuando al salir de la ducha me encontré con un fantasma. Era más alto que yo y tenía forma humana de figura transparente y con textura muy blanda. Y, de pronto, un fantasma 142

RkJQdWJsaXNoZXIy