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Empujó su bicicleta hasta la puerta de la pensión de Félix. Mis amigos y yo nos fuimos hasta el molino, luego cazamos unas ranas en el río y al atardecer volvimos a la plaza. Entonces vi algo que me dejó asombrada. Paloma había desplegado una manta en el suelo y la había cubierto de libros. Seguro que había más de los que teníamos en todo Castañares. Nos acercamos a ver qué pensaba hacer con ellos. —Hola, Magdalena —dijo cuando me vio llegar—. Gracias por indicarme esta preciosa pensión. El dueño me ha alquilado una habitación a buen precio, así que me quedaré una temporada. —¿Vendes los libros? —No, los presto. Si ves alguno que te guste, te lo puedes llevar. —¿Gratis? —Totalmente gratis. Ya me lo devolverás cuando lo termines. Anda, mira a ver si hay alguno que te interese. —Es que… no sé elegir libros. Se puso a mi lado y dijo: —Mira, te recomiendo este que se titula Mujercitas. Es una preciosa historia en la que una de sus protagonistas quiere ser escritora. Te gustará. —¿Para qué quiero yo leer este libro, con todo lo que tengo que hacer? —¿Has viajado? —Nunca he salido de Castañares. —Si lo lees, vivirás una gran aventura que te encantará. Te sentirás en otro mundo y serás muy feliz. Su explicación me resultó tan sorprendente que lo cogí y me lo llevé. Era el primer libro que iba a leer en toda mi vida. Explica por qué Magdalena considera que leer libros no es importante. ¿Crees que seguirá pensando así al final de la historia? ¿Por qué lo piensas? ¿Por qué se sorprenden todos en Castañares cuando ven llegar a Paloma? Después de leer 165

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