Aunque ya estaba mediado el mes de mayo, hacía un frío inusual. Mary y Percy Shelley habían sido invitados por su amigo el poeta Lord Byron a pasar unos días en la villa Diodati, un lugar solitario y tranquilo de los Alpes suizos donde pretendían disfrutar de la naturaleza y dar paseos en barca por el gran lago Lemán. Pero, en el verano de 1816, esa misma naturaleza se había vuelto en su contra y las continuas tormentas los obligaron a permanecer un día tras otro en aquel caserón inquietante. Una noche, al abrigo de la hoguera, se les ocurrió matar el tiempo contando historias terroríficas. El espantoso aguacero y aquel lugar invitaban a ello. A la mañana siguiente, Byron propuso un juego. –Cada uno de nosotros escribirá un relato de terror. Lo leeremos al resto y el que nos provoque más miedo será el vencedor. Pasaron todo el día encerrados en sus habitaciones sin parar de escribir. Después de una suculenta cena, esa misma noche, junto a las llamas crepitantes de la chimenea, comenzó el juego. Byron y Percy ya habían acabado sus relatos, eran muy buenos. Mary estaba nerviosa porque ellos ya eran escritores famosos y ella aún no había publicado nada, pero creía en su historia. Su protagonista, Víctor Frankenstein, era un científico convencido de poder resucitar cuerpos sin vida. Después de muchos estudios, decidió ir un paso más allá y crear un nuevo ser con partes de distintos cadáveres. Una enorme criatura de dos metros y medio de alto, un verdadero monstruo. Mary relataba su historia con tono misterioso, mientras sus compañeros la seguían boquiabiertos. Una lluviosa noche como esta, a la débil luz de una vela, Frankenstein vio como su monstruo abría los ojos y comenzaba a respirar. La creación DE un mito 8
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