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Vanesa Pérez-Sauquillo Galadriel.exe ¿Hada o robot? Ilustraciones de Luciano Lozano

Para Arwen Gladis, hada llena de luz.

7 1 Hada ¡Hola! Me llamo Galadriel. Y tú, que me estás leyendo, ¿quién eres? ¿Eres una persona mayor o tienes más o menos mi edad? Me gustaría conocerte. Seguro que eres alguien del futuro que ha encontrado este cuaderno en alguna parte. O a lo mejor esto no es un cuaderno, sino un libro que has comprado en una librería, y yo ya soy una gran cantante y escritora… Apuesto a que sabes muchas cosas que yo no sé ahora, que todavía tengo 10 años y empiezo este cuaderno con un revoltijo en la cabeza. Un revoltijo de magia, tornillos y luciérnagas.

8 Espera, que voy a contártelo todo por orden. Mis padres me pusieron de nombre Galadriel, que es un personaje de la saga de El señor de los anillos. Una elfa muy importante. ¡Con poderes! Aún no me he leído los libros, pero, por lo que me ha contado mi madre, los elfos son como hadas grandes y sin alas. A mí me parece que las alas las llevan por dentro, igual que yo, que tengo miles de alas. Te explico: cuando me pongo a cantar, ¡sé que soy un hada! Un hada llena de chispas de luz. Me las imagino como luciérnagas.

9 El mundo desaparece a mi alrededor y es como si todas las luciérnagas que tengo dentro se pusieran a volar haciendo figuras. Y mi voz se convierte en un instrumento mágico de música. A papá y a mamá no les he contado lo de las luciérnagas, pero sé que notan que soy especial, porque, cuando les hago un espectáculo y me aplauden, tienen los ojos tan brillantes como si todas mis luciérnagas se hubieran posado en ellos. Mi hermano… Mi hermano no siente nada de esto. Pero, bueno, la magia de las hadas que estamos rellenas de luciérnagas no es para todo el mundo. Oliver solo piensa en las cosas rellenas de chocolate. Bueno, y en las piedras y los minerales. Tiene alma de pedrusco, aunque no se lo digo para que no se enfade. ¡Y eso que él a mí sí me dice todo lo que se le pasa por la cabeza! Es lo que tienen los hermanos pequeños, que no piensan antes de hablar. Pero no te creas que mi hermano es un bebé adorable, no. Es solo un año y medio más pequeño que yo.

10 La que sí es como un bebé es nuestra gata Lila. Se despierta por las noches y no nos deja dormir. ¡Quiere jugar! Y su juego favorito es tirar los vasos de agua que hay por la casa. Pero es tan graciosa que se lo perdonamos. No sé si tú tienes hermanos, pero ser hermana mayor es lo peor. Ayer, por accidente, ¡le metí a Oliver mi dedo favorito en la nariz! (Por si lo quieres saber, mi dedo favorito es el meñique de la mano izquierda). Puaj. ¡Me lo lavé 5 veces! ¡Y 2 más con gel hidroalcohólico! Pero para mí hay una cosa peor que ser hermana mayor. Mil veces más horrible que meter el dedo en la nariz de Oliver, créeme. Es mi lado oscuro. Y es que a veces me convierto en robot.

11 2 Robot Ho-la. So-y-Ga-la-dri-el-pun-to-e-xe. O-se-a,-Ga-la-dri-el-con-ver-ti-da-en-ro-bot. Pe-ro-vo-y-a-pa-rar-de-ha-blar,-di-go…,-de-es-cribir-a-sí,-por-que-me-can-so. Lo de convertirme en robot me pasa desde que me cambiaron de colegio. Antes nunca me ocurría. Era hada todo el tiempo, aunque nadie lo notase. Ahora, hay veces que me despierto siendo un hada y, al recordar que tengo que ir al cole, entro en la Fase 1 de Galadriel.exe. Y en todas las demás.

12 Fase 1: siento un nudo en el estómago. Fase 2: Fase 1: se me pone cara de puré de patatas y hablo igual que un puré de patatas. Así: leeeeeeeeeeeeenta y pastoooosameeeente. Fase 3: Fase 2: las alas de las luciérnagas se me caen de golpe al suelo. Al suelo que tengo por dentro. Pof. Pof. Pof... Pof.

13 Fase 4: Fase 3: empiezo a respirar aire frío y la nariz se me hiela, y las manos… Fase 4: Fase 5: me vuelvo de color azul metálico por dentro. Fase 6: Fase 5: ya-so-y-unro-bot-to-tal.

14 Pero no todo es malo. Porque, cuando me convierto en Galadriel.exe, ¡soy muy eficaz! Por eso me he llamado a mí misma «.exe», como los archivos que e-je-cu-tan. Galadriel.exe es frí-a- y-e-je-cu-to-ra. Hago la cama como un auténtico robot. Me trago la leche del desayuno como si hubiera quitado el tapón de la bañera: glu, glu, glu. Me visto así: zas, zas, pis, pas. ¡Ya! Pero la magia no está por ningún lado. Cuando se enciende el robot, se me apaga la chispa que llevo en mi interior. Como cuando se funden las luces del árbol de Navidad. O imagínate un campo, por la noche, lleno de luciérnagas brillantes, y que, de pronto, se van todas…, no sé,

15 de vacaciones a la playa, o al dentista, o al cine ¡a ver una película de luciérnagas en 3D! Y se queda el campo apagado y silencioso. Y frío. Y eficaz. Muy eficaz. Esa noche el campo se meterá perfectamente en su cama de hierba y, antes de dormir, se beberá su río como si hubiera quitado el tapón de la bañera: glu, glu, glu. Y se pondrá su pijama de flores oscuras así: zas, zas, pis, pas. ¡Ya! Se irá a dormir, pero no tendrá sueños. Porque ahora es el campo.exe. Igual que yo.

16 3 Hada apenHada Tú, que estás leyendo este libro, lee bien esto: las hadas pueden estar tristes. Que lo sepas. Es diferente ser un hada apenHada que ser un robot. Porque yo antes, cuando iba a mi antiguo cole, a veces me ponía triste. Si mi amiga Adri prefería estar con Gabriela en vez de conmigo, o si Adam, el guapo-guapísimo, no me hacía ningún caso. Pero era una tristeza con fondo rosa. Déjame que te explique, porque la tristeza es una cosa rara. Tan rara que yo solo la comprendo cuando soy hada. El robot Galadriel.exe no entiende ni sabe nada sobre la tristeza. Hasta el año pasado, mi color favorito era el rosa. Casi siempre estaba contenta e iba dando

17 saltos a todas partes. Si me ponía triste, se me pasaba pronto. Pero ahora, desde que me dijeron que iba a cambiar de colegio, y me empezó a gustar el morado, la tristeza no tiene fondo rosa, sino un fondo oscuro, como de túnel, y da muchísima más pena. Por ejemplo, cuando estoy sola en el recreo y echo de menos a mi amiga Adri. Me acuerdo de cómo era el patio de mi antiguo cole, pienso en lo que estarán haciendo ella y el resto de mi clase…, y, en cuanto me doy cuenta, ya estoy perdida en medio de ese túnel oscuro, con lágrimas en los ojos. Lo único bueno que tiene es que, cuando estoy apenHada, sigo siendo un hada. No estoy alicaída del todo (o sea, con las alas caídas). Y sé que mis lágrimas son mágicas. Tienen poder. Las tuyas también, ¿sabes? Las de todos. Otro día te lo contaré. Pero hay algo que siempre me quita la tristeza de un plumazo. ¡Acordarme de Adam!

18 Adam, el guapo-guapísimo, ¡el rey del guapor! (como yo le llamo en secreto). Tiene una sonrisa que podría derretir todas las heladerías del planeta. ¿Qué puedo hacer para volver a verlo? Necesito un plan. A lo mejor a Galadriel.exe se le ocurre alguno. La próxima vez que me convierta en robot se lo preguntaré. Ella siempre lo hace todo perfectamente.

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