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14 Por ejemplo, a Rebecca le encantaba el té. Lo bebía a todas horas y le gustaba tomarlo igual que los vivos. Es decir, prefería usar tazas humanas y moverlas de un sitio a otro si era necesario. Decía que así el té le sabía mejor. El problema llegaba cuando la taza acababa en cualquier parte de la casa. En épocas con poca gente, no importaba mucho, pero en otras, los vivos habrían podido sospechar. ¿Una taza que aparece encima de un armario? ¿Que al día siguiente está bajo una silla? ¿Y al otro dentro del corral? ¡Oh, no! ¡Esta casa está encantada! ¡Hay que hacer algo! El despiste podía causar serios disgustos. Nada impediría que lord o lady Lawson pusieran el grito en el cielo y buscaran a alguien que se hiciera cargo del asunto. Por eso James insistía a Rebecca en que tomara el té al modo espectral. Sin tocar las tazas de los vivos. Pero Rebecca disfrutaba tanto cambiando cosas de sitio… No lo podía remediar.

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