9 La madre de James se quejaba de que una casa tan grande daba mucho trabajo. Pero James estaba encantado. Cuando los señores Lawson se marchaban, algo que sucedía varias veces al año, la casa era completamente suya. Cada mañana, James se levantaba, desayunaba y se marchaba a jugar al piso de arriba. Mientras le oía corretear, su madre suspiraba aliviada. —Qué hijo más bueno me ha salido —se decía mientras pelaba las cebollas—. No da ni un problema. Es tan formalito... James no parecía necesitar a nadie. Hasta mantenía largas conversaciones consigo mismo. Por eso, su madre pensaba que era muy independiente. También por la noche. Cuando se acostaba a leer su libro preferido, antes de dormir.
RkJQdWJsaXNoZXIy