7 Hacerse mayor Todo empieza y todo acaba, y las vacaciones no son ninguna excepción. Tras dos meses viviendo en el limbo, Gustavo se topó de bruces con el nuevo curso y descubrió que no quería volver a clase. Natural. Se estrenaba en el instituto y estaba muerto de miedo. Quizás fuera el niño más raro del mundo, pero no le apetecía sustituir la escuela, pequeña y conocida, por el instituto, inmenso y desconocido, y convertirse en un estudiante de la ESO. Todo el mundo le decía: «Anda, Gustavo, ¡qué ilusión! ¡Instituto nuevo!». Pero él, a pesar de que se esforzaba por hallar la ilusión, no la encontraba por ninguna parte. Probablemente se debía a un error genético, a algún gen defectuoso que le impedía saltar de alegría por el hecho de estrenar diez profesores,
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