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10 de la familia, del barrio y del mundo entero. ¿Cómo confesar que prefería repetir sexto de Primaria a empezar primero de la ESO? En casa reinaba una alegría histérica. Todos parecían excitadísimos con los preparativos del día siguiente. Todos excepto él, Gustavo, el único a quien no se le había contagiado la fiebre del regreso a las aulas. Resultaba difícil no compartir el nerviosismo colectivo. Su madre, con poca maña, cosía batas y emparejaba calcetines. Su padre, con menos convicción si cabe, limpiaba bambas y forraba libros. Cándida enviaba selfis a las amigas para que opinaran sobre su vestuario y gritaba histriónica cada vez que no le abrochaban unos pantalones. Alicia, con ocho años y mucha energía, embutía recuerdos en su mochila: piedras, latas, mariquitas en formol, conchas con colillas, chapas de tónica y todos los objetos del verano que había coleccionado. Miguelín, el pequeño, se manifestaba desde el parque lanzando los elefantitos de goma al suelo del comedor y babeando la pared como un caracol. Gustavo estaba agobiado.

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