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sin juzgar, sin prejuicio. Es la manera de que las relaciones entre las personas resulten más duraderas, porque están fundamentadas en la verdad y el respeto. Así nos escucha Dios. Un ejemplo de esto lo encont ramos en el Evangel io de san Juan, capítulo 4, que nos narra el encuentro de Jesús con una mujer samaritana. Ella pensaba que, por ser de una ciudad con la que no se querían relacionar los judíos, Jesús la iba a rechazar. Pero, al contrario, Él se detuvo a hablar con ella junto a un pozo. Esta muj er encont ró en e l Señor a una persona que l a escuchó, s i n juzgarla, comprendiéndola y haciéndola sentirse aceptada. Si estamos atentos a su mensaje, sabremos responder y estaremos sembrando amistad con las personas que nos rodean. Igualmente, Dios está atento a nuestro mensaje, gestos y sentimientos, dándonos las respuestas que necesitamos para tender un puente de amistad con nosotros y ayudarnos a tener una vida plena. Todos tenemos oídos, pero muchas veces incluso quien tiene un oído perfecto no consigue escuchar a los demás. Existe realmente una sordera interior peor que la sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el sentido del oído, sino con toda la persona. La verdadera sede de la escucha es el corazón. El rey Salomón, a pesar de ser muy joven, demostró sabiduría porque pidió al Señor que le concediera «un corazón capaz de escuchar» (1 Re 3, 9). Y san Agustín invitaba a escuchar con el corazón, a acoger las palabras no exteriormente en los oídos, sino espiritualmente en el corazón: «No tengan el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón». Y san Francisco de Asís exhortaba a sus hermanos a «inclinar el oído del corazón». La primera escucha que hay que redescubrir cuando se busca una comunicación verdadera es la escucha de sí mismo, de las propias exigencias más verdaderas, aquellas que están inscritas en lo íntimo de toda persona. Y no podemos sino escuchar lo que nos hace únicos en la creación: el deseo de estar en relación con los otros y con el Otro. No estamos hechos para vivir como átomos, sino juntos. […] Dar gratuitamente un poco del tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad. Mensaje del papa Francisco en la 56.ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2022 Carlo Acutis: el beato más joven de la historia de la Iglesia La palabra beato significa «bienaventurado». Con es te t í tu l o, paso prev i o a l de santo, l a Ig l es i a reconoce que esta persona ha s ido un ejemplo como cristiano para los demás. Esto no quiere decir que fuera alguien perfecto, s i no que , a pesar de sus fa l l os , supo encont ra r e l cami no pa ra imi ta r a Cr i s to y vivir como un testigo de su mensaje. Así se le reconoce a Carlo Acutis (1991-2006). Su niñera le habló de Jesús y desde entonces su fe c rec i ó con é l . Ten í a tanta cur i os i dad por todo lo relacionado con Dios y la Eucar i s t í a q u e s u ma d re , a l e j a d a d e l a re l i g i ó n hasta entonces, estudió Teología para poder d a r r e s p u e s t a a s u s p r e g u n t a s . S u b u e n a mano para las nuevas tecnologías le ayudó a crear una web sobre los milagros eucarísticos, extendiendo así su testimonio por toda la red. Sus compañeros también lo recuerdan porque se ponía siempre del lado de los más débiles. Murió de leucemia con tan solo 15 años. En 2020 el papa Francisco celebró su beatificación en Asís. • • ¿Qué te parece la historia de Carlo? • • De haberlo conocido, ¿crees que hubieras sido su amigo? ¿Por qué? • • ¿Quién te transmitió la fe? ¿Cómo? ¿Recoges el test igo? 13

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