Una acampada asombrosa La gran noche había llegado. Alberto y sus amigos y amigas estaban nerviosos porque iban a dormir en una tienda de campaña en el jardín. Hasta Mol, el perro de Alberto, corría y ladraba de un lado a otro sin parar. Nela trajo unas mantas y las extendió sobre el césped. Se sentaron sobre ellas y miraron a su alrededor: la oscuridad era casi completa. La madre de Alberto preguntó: –¿Queréis que encienda la luz de la entrada para que podáis ver mejor? –Sí –respondió el grupo a coro. Sara propuso con tono misterioso: –Podríamos contar historias de terror. Las niñas y los niños sintieron un escalofrío que recorría sus espaldas, pero dijeron que sí. Nadie quería demostrar que tenía miedo. De repente... ¡shhhhhh!, ¡crrrrrrr! El jardín se llenó de ruidos extraños que parecían aullidos de monstruos. –¿Qué ha sido eso? –preguntó Gonzalo asustado. Cuento 6 se i s
RkJQdWJsaXNoZXIy