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El viento juguetón Mistral era un viento muy juguetón. Le gustaba soplar con fuerza y llevar las nubes de un lado para otro: hacia el oeste…, ¡fiuuu!; luego, hacia el norte…, ¡fiuuu! Un día, Pandora, la anciana dueña de los vientos, lo regañó: —¡No debes hacer eso! Podrías provocar un huracán. —Pero… si yo solo quiero jugar —protestó el viento. —Puedes jugar, pero sin soplar tan fuerte —añadió Pandora. Mistral no estaba dispuesto a renunciar a sus juegos y, de vez en cuando, volvía a mover el aire con fuerza. La anciana, enfadada, no tuvo más remedio que castigarlo sin soplar. A los pocos días, un niño visitó a Pandora. Se llamaba Mahui y parecía muy triste. El pequeño le explicó: —Desde que no hay viento, no podemos volar las cometas y los molinos de la aldea están parados. ¡Necesitamos el viento! ¡Ayúdenos, por favor! Después de escuchar al niño, la anciana decidió perdonar a Mistral. Pero le hizo esta advertencia: —¡Solo podrás crear brisas suaves! Si soplas con fuerza, lo destruirás todo y nadie te querrá. El viento juguetón prometió obedecer. Y así, día tras día, sopló suavemente mientras veía como Mahui y sus amigos se divertían volando sus cometas. Comprendo el cuento 1 INVENTA Y ESCRIBE otro título para el cuento. 4

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