Elementos de la comunicación literaria Toda obra literaria se inserta en un proceso comunicativo, del que forman parte, entre otros, los siguientes elementos: Un emisor: el autor o la autora de la obra. Un receptor: el conjunto de lectores. Un mensaje: la obra literaria en sí. Un contexto: la relación espacial y temporal entre emisor y receptor. El emisor y el receptor literarios El emisor de la obra literaria se caracteriza por ser distante, ya que no tiene contacto directo con el receptor. Además, a diferencia de lo que ocurre en la comunicación ordinaria, el receptor no tiene la oportunidad de replicar al emisor: solo puede asentir ante su mensaje y disfrutarlo o disentir de él y rechazarlo. El receptor de la obra literaria tiene un carácter universal: está formado por todos los lectores potenciales de cualquier tiempo o lugar. La falta de contacto entre la persona que escribe y el receptor del texto hace que en muchas ocasiones no compartan el contexto: a veces pasan siglos entre el momento en que el autor escribe y aquel en el que el lector lee; también puede ocurrir que el autor pertenezca a un país o a una cultura diferentes de los del lector. El mensaje literario El mensaje literario es la obra que compone el autor o la autora, es decir, el conjunto de palabras que forman el texto que leemos. El mensaje literario se distingue de la comunicación habitual por una serie de rasgos entre los que destacan los siguientes: No posee una intención práctica inmediata. Tampoco el receptor busca en él una información concreta, sino satisfacer algún otro tipo de interés (entretenimiento, placer estético…). Es inalterable, es decir, no admite modificaciones, aunque sí múltiples interpretaciones. Emplea un lenguaje especial, que se aparta en un grado u otro del lenguaje corriente con el fin de llamar la atención sobre sí mismo. A este fin contribuyen de manera destacada los recursos estilísticos. 1. 2. La literatura y los textos literarios LA COMUNICACIÓN LITERARIA HOY 1 En ocasiones, el autor se dirige a un destinatario que está dentro de la obra. Sería el caso, por ejemplo, de un poema dirigido a una persona, real o ficticia, que se menciona en el propio poema. El destinatario interno 160
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