El Realismo En la segunda mitad del siglo xix se difunde en Europa el Realismo, un movimiento literario y artístico caracterizado por un análisis de los comportamientos humanos y una descripción minuciosa de la realidad. La novela fue el género predilecto por constituir el vehículo más adecuado para dicho análisis. Esta corriente se desarrolló en el contexto de las grandes transformaciones políticas, sociales y económicas producidas por la Revolución industrial y por las revoluciones burguesas de principios del siglo xix, que transformaron la percepción de la realidad y superaron el enfoque idealista y exaltado del Romanticismo. A finales de siglo los autores realistas ponen el foco en los aspectos más sórdidos y degradantes de la realidad. Esta evolución del Realismo, que se conoce con el nombre de Naturalismo, postula que las personas están determinadas por las leyes de la herencia biológica y por el ambiente que las rodea. En España, la burguesía se consolida como la clase social más influyente y se desarrollan las clases medias urbanas, que se convierten en el tema literario preferente de la literatura realista. Asimismo, la reivindicación de los derechos de las mujeres comienza a ser escuchada por la opinión pública gracias a las aportaciones de autoras como Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán. Características de la novela realista En la novela realista se observan los siguientes rasgos: Un interés por la realidad, que se muestra en los numerosos retratos de la sociedad de la época. Una búsqueda de la objetividad, mediante descripciones detalladas y la reproducción del habla real. Un narrador omnisciente, que conoce las vidas, pensamientos y emociones de los personajes. 5. 2 La respiración de la Regenta era fuerte, frecuente; su nariz palpitaba ensanchándose, sus ojos tenían fulgores de fiebre y estaban clavados en la pared, mirando la sombra sinuosa de su cuerpo ceñido por la manta de colores. Quiso pensar en aquello, en Lindoro, en el Barbero, para suavizar la aspereza de espíritu que la mortificaba. –¡Si yo tuviera un hijo!… ahora… aquí… besándole, cantándole… Huyó la vaga imagen del rorro, y otra vez se presentó el esbelto don Álvaro, pero de gabán blanco entallado, saludándola como saludaba el rey Amadeo. Mesía al saludar humillaba los ojos, cargados de amor, ante los de ella, imperiosos, imponentes. […] Ya no era mala, ya sentía como ella quería sentir; y la idea de su sacrificio se le apareció de nuevo; pero grande ahora, sublime, como una corriente de ternura capaz de anegar el mundo. La imagen de don Álvaro también fue desvaneciéndose, cual un cuadro disolvente; ya no se veía más que el gabán blanco y detrás, como una filtración de luz, iban destacándose una bata escocesa a cuadros, un gorro verde de terciopelo y oro, con borla, un bigote y una perilla blancos, unas cejas grises muy espesas… y al fin sobre un fondo negro brilló entera la respetable y familiar figura de su don Víctor Quintanar con un nimbo de luz en torno. Aquel era el sujeto del sacrificio, como diría don Cayetano. Ana Ozores depositó un casto beso en la frente del caballero. Leopoldo Alas, Clarín, La Regenta La burguesía, que culmina su ascenso social en la segunda mitad del siglo xix, será protagonista y a la vez destinataria de buena parte de la literatura del Realismo. En la imagen, Dama con abanico, de José Casado del Alisal. 15615
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