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La literatura del siglo xix La cocina del pazo La misma noche, antes de acostarse, presenció el capellán una escena extraña, que le sepultó en mayores confusiones. Como se le hubiese acabado el aceite a su velón de tres mecheros y no pudiese rezar ni leer, bajó a la cocina en demanda de combustible. Halló muy concurrido el sarao1 de Sabel. En los bancos que rodeaban el fuego no cabía más gente: mozas que hilaban, otras que mondaban patatas, oyendo las chuscadas y chocarrerías2 del tío Pepe de Naya, vejete que era un puro costal de malicias y que, viniendo a moler un saco de trigo al molino de Ulloa, donde pensaba pasar la noche, no encontraba malo refocilarse3 en los Pazos con el cuenco de caldo de unto y tajadas de cerdo que la hospitalaria Sabel le ofrecía. Mientras él pagaba el escote4 contando chascarrillos, en la gran mesa de la cocina, que desde el casamiento de don Pedro no usaban los amos, se veían, no lejos de la turbia luz de aceite, relieves de un festín más suculento: restos de carne en platos engrasados, una botella de vino descorchada, una media tetilla5, todo amontonado en un rincón, como barrido despreciativamente por el hartazgo; y en el espacio libre de la mesa, tendidos en hilera, había hasta doce naipes, que si recortados en forma ovalada por exceso de uso, como aquellos de que se sirvieron Rinconete y Cortadillo, no les cedían en lo pringosos y sucios. En pie, delante de ellos, la señora María la Sabia, extendiendo el dedo negro y nudoso cual seca rama de árbol, los consultaba con ademán reflexivo. Encorvada la horrenda sibila6, alumbrada por el vivo fuego del hogar y la luz de la lámpara, ponía miedo su estoposa pelambrera, su catadura de bruja en aquelarre7, más monstruosa por el bocio enorme ya que le desfiguraba el cuello y remedaba un segundo rostro, rostro de visión infernal, sin ojos ni labios, liso y reluciente a modo de manzana cocida. Julián se detuvo en lo alto de la escalera, contemplando las prácticas supersticiosas, que se interrumpirían de seguro si sus zapatillas hiciesen ruido y delatasen su presencia. Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa 1 sarao: reunión, fiesta nocturna. 2 chuscadas y chocarrerías: gracias y bromas maliciosas. 3 refocilarse: divertirse, regodearse. 4 escote: parte individual de lo que un grupo ha consumido. 5 tetilla: tipo de queso producido en la región de Galicia. 6 sibila: adivinadora, pitonisa. 7 aquelarre: reunión de brujas en la que interviene el demonio. 1 E numera los personajes que se mencionan en este fragmento e indica a qué clase social crees que pertenece cada uno de ellos: aristocracia, como los dueños del pazo, servidumbre, clero… ¿Te parece que Emilia Pardo Bazán lleva a cabo una denuncia social en este texto? ¿En qué consistiría esta denuncia? 2 Fíjate en la descripción de María la Sabia: ¿consideras que es realista o naturalista? Justifica tu respuesta. Explica esta afirmación del narrador con la que termina el texto: Las prácticas supersticiosas se interrumpirían de seguro si sus zapatillas hiciesen ruido y delatasen su presencia. ACTIVIDADES 174

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