8 La cometa Beatriz encontró una cometa en el cuarto de los trastos. Se subió sobre ella y empezó a volar. Recorrió Narnia, Howarts, Fantasia… Entró por un árbol y salió por una chimenea. Cada año que pasaba, Beatriz era más grande y a la cometa le costaba más llevarla. Hasta que no pudo con ella. —¡Menudo trasto inservible! —dijo. La dejó en un rincón y se olvidó de todos los lugares mágicos que había visitado. Años después, limpiando la habitación de los trastos para hacerle hueco al bebé que venía en camino, encontró la cometa. Y recordó Narnia. Y Howarts. Y Fantasia. Y se sintió muy ligera. Tanto, que probó a subirse de nuevo en la cometa. Y, desde entonces, cada noche ella y su bebé visitan un lugar diferente de los que conoció siendo niña. Cape rucita hambr ienta Un día llegará un lobo y me lo comeré. Le diré que tiene las orejas grandes, que en esos ojos caben tres océanos, que con sus manos puede abarcar el mundo… Y, cuando esté despistado, ¡ÑAM!, me lo comeré de un bocado y nos sentaremos a esperar al cazador, que lo sacará de mi tripa sin hacerme daño. Cuando la abuela se despierte la invitaremos a pastel de manzana, queso y miel. ¡Son tan aburridas las siestas! La judía mágica Cenicienta trepó y trepó, atravesó las nubes y llegó al mundo del gigante. Y, como había perdido los zapatos mientras escalaba, bailaron toda la noche sin que le dolieran los pies.
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