4. Filosofía y ciudadanía en la Ilustración griega 4 . 3 . Sóc rate s : d i á l ogo , v i r t ud e i nte l ec t ua l i smo mo ra l En el último t ercio del siglo v a . C. , At enas entró en guerra con Espar ta por l a h e gemon í a d e l mun do g r i e g o e n l a gu e r ra d e l Pe l op on e s o ( 4 3 1 a . C . - 404 a . C.). Durante el conf licto, una epidemia de peste asoló Atenas y causó la muerte a Pericles; la ciudad perdió la guerra y sufrió la violencia de los Treinta tiranos (403 a . C.), un gobierno títere de Esparta . Cuando se instauró la nueva democracia ateniense, no tuvo el brillo de la época clásica y abundaron los demagogos, políticos que, apoyados en el pueblo, buscaban sus intereses particulares en lugar del bien común. La condena injusta de Sócrates fue uno de los peores episodios durante la decadencia de la democracia. Aunque es uno de los pensadores más inf luyentes en la historia de la filosofía occidental , Sócrates no escribió nada ; lo conocemos a partir de los diálogos de su apasionado discípulo Platón , de Jenofonte y de la sátira descarnada del cómi co Ari stófan es , qui en , en su obra La s nub es, hi zo de él el prototipo de persona extravagante. Sócrates fue llevado a juicio acusado de corromper a los jóvenes y de impiedad, es decir, de no respetar a los dioses de la ciudad y de tratar de introducir dioses nuevos. Sócrates asumió su condena a muerte como buen ciudadano respetuoso con la ley. La mayor preocupación de Sócrates era la educación de los jóvenes; sin embargo, no se consideraba maestro de la virtud como los sof i stas. Sócrates se negaba a cobrar por sus clases y se dedicaba a dialogar con cualquier ciudadano, puesto que su objetivo no era enseñar a construir discursos, sino ayudar a la otra persona a obtener las verdades que guardaba en su interior, siguiendo el mandato del oráculo de Del fos: «Conócet e a ti mi smo». La oposición de Sócrates, y de su discípulo Platón , a la educación sofista era radical: frente al relativismo y al convencionalismo sofista , afirmaba la existencia de verdades universales en la moral (el bien) y la política ( la justicia). El método socrático para alcanzar el conocimiento era el diálogo, con el que el filósofo ayudaba al contertulio a destruir sus prejuicios y a buscar las verdades en su interior mediante la razón . Sócrates. Mi arte de hacer dar a luz se parece a estas parteras, pero se diferencia en que yo […] examino las almas, pero no los cuerpos. […] Muchos me reprochan que siempre pregunto a otros y yo mismo no doy ninguna respuesta por mi falta de sabiduría […]. Y es evidente que no aprenden nunca nada de mí , pues son ellos mismos y por sí mismos los que descubren y engendran muchos pensamientos bellos. Pl atón, Teeteto El diálogo que Sócrates entablaba tenía dos momentos diferenciados: La ironía. Es el reconocimiento de la propia ignorancia tras el interrogatorio de Sócrates. Este era la persona más sabia de Grecia según el oráculo de Delfos, porque es consciente de su ignorancia, tal y como expresa su sentencia «solo sé que no sé nada». Las preguntas de Sócrates infunden dudas a quien dialoga con él, hasta que asume su falta de conocimiento y se prepara para conocer. L a mayéut i ca. Era e l alumbrami ento d e l a v erd ad int er ior c on l a ayud a de las preguntas de Sócrates. El objetivo final es descubrir lo que las cosas son , las definiciones, a partir de casos particulares, y encontrar, mediante la inducción , lo que tienen en común . En el vídeo ¿Qué haría Sócrates hoy con un móvil? (Aprendemos juntos), el profesor Eduardo Infante nos muestra la importancia del diálogo como método educativo y práctica filosófica, también a través de las redes sociales. R I N C Ó N D I G I TA L PARAR Y PENSAR ¿Defenderse a toda costa? En la Apología de Sócrates, el filósofo habla con sinceridad (parresía) y hace una defensa de sí mismo sencilla y poco elocuente. ¿No poseía Sócrates, formado con retóricos como Pródico o Aspasia, habilidad para pronunciar un discurso persuasivo y salir indemne? Sócrates podría haber salvado su vida, pero para ello debía haber suplicado, conmovido, engañado…, en definitiva, haber sido injusto, cuando él había manifestado que «es mejor sufrir la injusticia que cometerla». Sócrates sabía que sus alumnos, a los que lo acusaban de corromper, estaban allí escuchándolo; tal vez quiso demostrarles con su ejemplo que todo cuanto decía sobre los principios que deben regir nuestras vidas era verdad. ¿Es necesario morir para defender nuestros principios o debemos vivir para defenderlos? La muerte de Sócrates (1787), de Jacques-Louis David, en el Museo Metropolitano de Arte, Nueva York (Estados Unidos). 20
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