1 La retaguardia: sobrevivir al hambre y al miedo La guerra ocasionó un descenso de la producción e importación de alimentos. Para paliar sus efectos, los gobiernos limitaron los precios de los productos básicos e impusieron el racionamiento, es decir, asignaron a cada persona una ración diaria de alimentos que solo se podía adquirir presentando en las tiendas una carti l la que otorgaba el gobierno. En esta situación se desarrolló el mercado negro o de contrabando. Pese a todo, miles de personas murieron de hambre. A la mala alimentación se sumó el miedo permanente a morir en un bombardeo aéreo. Francia y Reino Unido fueron los países más castigados por los bombardeos, aunque también los hubo en Alemania . (14) Para evitar que la moral de la población decayera , los gobiernos utilizaron la propaganda. Distribuyeron carteles y en las noticias ensalzaron las vict o r i a s , m i n i m i z a r o n l a s d e r r o t a s y p re s e n t a r o n a l e n em i g o c om o u n monstruo. Muchas noticias se censuraban para no desmoralizar a las tropas y a la población civil . Además, se animó a las familias a mantener correspondencia con los soldados para elevarles el ánimo. Analiza la economía de guerra y los cambios que supuso para las mujeres. Explica, apoyándote en esta imagen, qué era la propaganda de guerra. I D E A S C L AV E Tu investigación • Averigua cómo eran las trincheras: qué estructura y zonas tenían, con qué materiales se construían… ¿Te parece realista la descripción que hace de ellas Valle-Inclán? • Investiga sobre la vida cotidiana en las trincheras: qué tareas se realizaban durante el día y por la noche, cómo eran el suministro de alimentos y la higiene, dónde dormían, cómo se adaptaban al frío o al calor… • Describe las fotos. ¿Reflejan bien cómo era la vida de los soldados en las trincheras? • Lee la carta del soldado y reflexiona. ¿Cuál es su estado de ánimo? ¿A qué se debe? ¿Cómo te habrías sentido tú en esas circunstancias? Redacta la carta que habrías escrito a tu familia. 18 de enero de 1918 Madeleine querida : Estoy muerto de cansancio y de sueño. Día y noche es un diluvio de hierro y acero el que se abate sobre nosotros. Nos echamos en tierra (cuando podemos) y los días se suceden tri st ement e entre la mugre, los piojos y la pestilencia . ¿Cómo no he muerto ya cien veces? No lo sé. No h ay a g u a , e l av i t u a l l a - miento de víveres l lega mal a causa de los di sparos que lo impiden , casi incesantes. N o s e p u e d e u n o l a v a r n i c amb i a r s e d e mu d a . Ha c e di ez dí a s qu e mi s c omi d a s se reducen a una lata de sardinas en aceit e compar tida con un compañero. No pued o , n o p u e d o s o p o r t a r l o m á s . Q u i e r o s a l i r d e a q u í . Qui ero v iv ir y ver l a luz del día . Carta de un soldado, citada en Bénédicte des Mazery, Vidas rotas (Adaptación) 14. Cartel británico sobre los dirigibles alemanes. 15. Trinchera en 1916. 33
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