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Desconcertados entre las sombras, todos miraban la luz del día resbalando por el embudo. Entretanto, el Comesol llenaba barriles con los rayos del sol que cazaba su máquina . Los toneles se amontonaban . Los demás gatos se dieron cuenta de las intenciones del anaranjado. Demasiado tarde. Un cerco de alambre de púas rodeaba el acaparasol y los toneles, y desde allí el Comesol lanzaba a la venta su singular producto: –¡Un barril de sol por mil euros! Desde esa mañana los gatos del descampado empezaron a sufrir el desabastecimiento del sol . ¿Qué hacer? Para empezar, decidieron quedarse en el descampado. Aguantar sin comprar nada. Aunque, desesperados por el frío y la oscuridad, pronto corrieron algunos a comprar barriles de sol . Y enseguida otros. Y otros. La escasez de sol le permitía al Comesol encarecer su producto cada vez más… Hasta que resultó imposible comprarle siquiera medio barril . El descampado comenzó a helarse. El Comesol abría cada mañana varios toneles sobre su cabeza y derrochaba sol ante sus compañeros, escarchados hasta la punta de la cola . Tiritando, un grupo resolvió convocar una asamblea general… –Brrropongo que nos brrr vayamos a brrrotro lado… –dijo uno. Coreado, un maullido burlón desestimó su propuesta . –Brrropino que brrruno de nosotros ataque al Comesol… –dijo otro. Otro maullido burlón recorrió las sombras. (¿Uno solo contra tanto poder? ¡Qué locura!). –¡Cobrrraje, compañeros, cobrrraje…! –exclamó el más jovencito–. ¿Por brrrqué no todos juntos? –¡Brrrunidos o congelados! –Y acordaron cómo enfrentarse al Comesol . Así fu e como un gr upo prov i sto de t enazas se acercó si gi losament e al alambrado que protegía el acaparasol . A la vez, otro grupo destruía el artefacto y un último grupo tejía rápido la red para apresar al «acaparagato». El calor de l a lucha l es aliv i aba el frío. De pronto, cerco roto, maul l erí a general , orden de «¡AHORA!» y el Comesol maniatado dentro de la red , sin entender lo que había pasado. ¿Listo? ¡Bobo! Nunca había imaginado que los demás podían unirse en su contra . Juntos. Y juntos abrieron los toneles de sol . Y juntos destrozaron el acaparasol . Y juntos ronronearon ant e el marav i l loso espectáculo: suelto el sol de los barriles, una luz deslumbrante lo invadió todo. El día más luminoso de cuantos habían vivido empezaba a amanecer y a derretir el hielo. Un día estallando de luz. El sol desde esa mañana volvió a ser compartido por todos. Sí . Por todos. Porque el Comesol entendió. Por suerte para él , su egoísmo hel ado se fundió y v o lv ió a retozar entre bot el l as, cascot es y arbustos del descampado junto a sus compañeros. Puntual e indiferente, arriba seguía saltando el sol . Elsa Bornemann Un elefante ocupa mucho espacio. Loqueleo (adaptación) Aprendo con el TEXTO Los cuentos fantásticos Todos los cuentos son historias inventadas; sin embargo, mientras en unos se narran hechos que podrían ocurrir, en otros se relatan historias que nunca podrían suceder. Los cuentos fantásticos son los que narran este último tipo de historias. En algunos cuentos fantásticos todos los elementos que aparecen ( lugares, personajes…) son ficticios. En otros, en cambio, se mezclan elementos reales con elementos inventados. Justifica por qué Las fechorías del Comesol es un cuento fantástico. 9 1

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