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Siempre tengo razón Motivos para guardarte rencor no me faltan, lo sabes, y seguro que no necesitas que te los enumere, aun así te recordaré tres, los más hirientes: la facilidad con la que me dejaste de lado de un día para otro por tus nuevos amigos; que le contaras a tu padre que la bolsa de marihuana que encontraron en tu cuarto era mía ; y que montaras aquella bronca en la fiesta de Marga para que nos echaran e impedir que me enrollara con Lola , ya que, en tu opinión, no era la chica adecuada para mí . Así eras tú. Me estropeabas el plan con el amor de mi vida y tenías la desfachatez de asegurar que lo hacías por mi bien. Aunque, curiosamente, el motivo por el que me estoy metiendo en este lío no tiene que ver con nada de aquello. Al final , parece que lo único que no he conseguido superar es que tú siempre tuvieras razón. No te rías. Yo soy el primer sorprendido. No fui consciente de ello hasta que, hace cosa de un mes, te presentaste en casa sin avisar y acabamos discutiendo sobre la legitimidad del uso de la violencia . La condescendencia con la que me tratasteis mi padre y tú ya me sacó de quicio. Pero fue un comentario concreto tuyo el que hizo que algo estallara en mi cerebro. –Tío, no te alteres tanto –me dijiste–. Ya me imagino que no es fácil asimilar que siempre tengo razón , pero ya son muchos años de amistad . ¿No crees que es hora de que empieces a aceptarlo? Utilizaste un tono de broma , ligero, pero tu mirada era implacable y rebosaba malicia . Sabías que tu comentario iba a dar en el blanco. Aunque es imposible que sospecharas lo que ibas a poner en marcha . Desataste una tormenta en mi interior tan violenta e inesperada que sentí que me faltaba el aire. Traté de mantener la compostura . Recuerdo que me encaré contigo y, por la reacción posterior de mi padre, sé que resulté convincente. Sin embargo, mientras te hacía frente, mi voz resonaba en mi cabeza con un eco lejano, como si perteneciera a otra persona . Y cuando salí de casa las piernas me temblaban de tal manera que me agarré al pasamanos por miedo a caer rodando por las escaleras. Aquel episodio me dejó aturdido. No había olvidado que durante un tiempo me obsesionó la idea de que tú siempre tuvieras razón , pero se me hacía muy difícil creer que una tontería así me hubiera dejado traumatizado. Y, aun así , era la única explicación . Una inmensa ola había surgido de mi pasado y se había abatido sobre mí a traición , revolcándome sin piedad contra el fondo de arena y dejándome desorientado y al borde del ahogamiento. Un mes después de aquello, me lo tomo con mucho más humor. Cuando tú pronunciaste las palabras mágicas que me despertaron , todavía no tenía una misión asignada . Mi cometido se cruzó en mi camino más tarde. Y, de alguna manera , lo reconocí . Ya solo queda ver si seré capaz de cumplirlo o si acabaré esposado a la mesa de una sala de interrogatorios. Pedro Riera Un relato de violencia (adaptación) > COMIENZA A LEER. Lee el comienzo de Un relato de violencia y opina. ¿Crees que las palabras del narrador reflejan un daño emocional y una predisposición a la violencia? ¿En qué se percibe? 19

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