La imagen de las tribus germánicas que ha llegado hasta nuestros días es resultado de los testimonios romanos contemporáneos. Tácito escribió en el siglo i Germania, una obra que describe aspectos de la vida de estos pueblos. Los pueblos germanos según los romanos 22 Investiga y analiza el documento. Averigua quién fue Tácito. ¿Participó en las campañas militares de Germania? ¿Qué fuentes utilizó para escribir su obra? Recopila la información que aporta sobre los germanos. Puedes fijarte en estos aspectos: –  ¿Cómo los describe físicamente? ¿En qué se fija para afirmar que son fieros? –  ¿Cómo son las aldeas? ¿Se parecen a las ciudades romanas? –  ¿Qué opinión tiene de las mujeres germanas? –  ¿Consideras valientes a los germanos? ¿Por qué? Sintetiza. ¿Qué aspectos positivos ensalza Tácito? ¿Y negativos? 23 Contrasta y emite un juicio propio. ¿Crees que los germanos ignoraban el arte de la construcción y que eran pueblos toscos? Busca imágenes en internet del mausoleo de Teodorico y del tesoro visigodo de Guarrazar. ¿Qué opinión te merecen? Las tribus germanas protagonizaron grandes migraciones. ¿Podría explicar este carácter itinerante la ausencia de construcciones de envergadura? Argumenta tu respuesta. 24 PONTE EN SU LUGAR. Reflexiona. ¿Qué interés podía tener Tácito para escribir sobre los pueblos germanos? Tras lo que has aprendido, ¿cómo los describirías tú? COMPRENDO PERSPECTIVAS Los germanos nunca se juntaron de casamiento con otras naciones, así se han conservado puros y sencillos, sin parecerse sino a sí mismos. De donde procede que un número tan grande de gente tienen casi todos la misma disposición y talle, los ojos azules y fieros, los cabellos rubios, los cuerpos grandes y fuertes. […] No tienen el mismo sufrimiento en el trabajo y obra de él, no soportan el calor y la sed, pero llevan bien el hambre y el frío, como acostumbrados a la aspereza e inclemencia de tal suelo y cielo. Los pueblos germanos no habitan en ciudades. Se establecen en lugares aislados y apartados […]. Las aldeas no están acostumbradas como nosotros acostumbramos, con edificios contiguos; cada uno tiene un espacio vacío que rodea su casa, sea como defensa contra los peligros de incendio, sea por ignorancia en el arte de la construcción. No emplean ni tejas ni piedras; se sirven únicamente de madera sin pulimentar. […] También acostumbran a excavar subterráneos que cubren con mucho estiércol y que sirven de refugio durante el invierno y de depósito para los cereales, puesto que estos lugares los preservan de los rigores del frío. Al entrar en batalla tienen cerca sus prendas más queridas, para que puedan oír los alaridos de las mujeres y los gritos de los niños. Estos son los fieles testigos de sus hechos y los que más los alaban y engrandecen. Cuando se ven heridos, van a enseñar las heridas a sus madres y a sus mujeres, y ellas no tienen pavor de curarlas ni de examinarlas con cuidado, y en medio de la batalla les llevan alimentos y consejos. De algunos vasos de estos metales [plata y oro], que se presentaron a embajadores y príncipes, no hacen más caso que si fueran de barro. Bien es verdad que los que viven en nuestras fronteras, a causa del comercio, estiman el oro y la plata, y conocen y escogen algunas monedas de las nuestras, pero […] prefieren la moneda antigua y conocida y se inclinan más a la plata que al oro. Tácito, Germania, siglo i (adaptación) 41.  GUERRERO GERMANO 38

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