394534 _ 0001-0112.indd

16 Ficha 4 Altia Hubo una vez un rey que quería tener una ciudad única en el mundo. Los arquitectos dibujaron planos de ciudades muy hermosas, pero ninguna le parecía bien. Un día llegó al palacio un hombrecillo con una larga capa verde. Hablaba de forma extraña, dijo que era arquitecto y quiso ver al rey: –Majiestad, yo haré la ciudad que vos desieáis. Y le mostró los planos de una ciudad bellísima, rodeada de murallas. Sus casas eran muy altas y, en medio de ellas, había una torre blanca, mucho más alta todavía: el palacio real. Al rey le gustaron mucho los planos y ordenó que aquella ciudad se construyera enseguida. –Estará terminada dientro de siete días, majiestad, y se lliamará Altia –prometió el hombrecillo. –Pobre de ti si no cumples tu palabra –le dijo el rey. Nadie supo cómo lo hizo, pero a los siete días en aquella llanura se levantaba una bella ciudad. Cuando estuvo terminada, el hombrecillo de la capa verde desapareció sin dejar rastro. Para celebrar la inauguración de Altia se organizaron grandes fiestas. El rey estaba muy contento y orgulloso. Su nuevo palacio era tan alto que hacía un agujero en las nubes. Pasó el tiempo. Y sucedía que en Altia los edificios eran tan altos y las calles tan estrechas, que allí nunca daba el Sol. En el interior de las casas reinaba una completa oscuridad y era necesario tener siempre las luces encendidas. Los habitantes de Altia se habían vuelto pálidos como la cera y estaban siempre tristes. Un día pasó por Altia un vendedor ambulante. Vestía una larga capa verde. Llevaba su mercancía en un burrillo y pregonaba: –¡ Gafias de sol! ¡ Gafias de sol! La gente se acercaba a él llena de curiosidad. Todos sabían lo que eran las gafas, pero solo los más viejos del lugar recordaban haber visto alguna vez el Sol. –Quien quiera vier el Sol que me siega –dijo el vendedor ambulante.

RkJQdWJsaXNoZXIy